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Articulos

La medición de la satisfacción del estudiante en edad preescolar: retos y propuestas 

Introducción

La etapa preescolar es un periodo crucial en el desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños. Durante estos primeros años, comienzan a construir sus primeras impresiones sobre la escuela y el aprendizaje. Ello puede influir significativamente en su motivación y desempeño académico a lo largo de su vida escolar. 

La calidad de los servicios educativos no debe evaluarse únicamente en función de los logros académicos, sino también considerando la capacidad de las instituciones para ofrecer entornos que promuevan el bienestar y la satisfacción de sus estudiantes y sus familias. En este contexto, la norma ISO 21001:2018 proporciona un marco de referencia internacional para la gestión de organizaciones educativas, con un fuerte énfasis en la mejora continua y la atención a las necesidades del estudiante (International Organization for Standardization [ISO], 2018). 

La satisfacción del estudiante es un indicador esencial de la calidad educativa. En el caso de la educación preescolar, su evaluación plantea desafíos específicos debido a las limitaciones cognitivas y lingüísticas propias de los niños entre tres y cinco años. Tal como plantea Piaget (1975), los niños en esta etapa se encuentran en el período preoperacional, caracterizado por un pensamiento simbólico, egocéntrico y aún poco lógico. Esto dificulta que puedan expresar de forma consciente y verbal sus percepciones o emociones sobre su experiencia escolar. 

Ante este panorama, surge una pregunta clave: ¿cómo pueden las instituciones de educación preescolar evaluar la satisfacción de sus estudiantes en concordancia con los requisitos de la norma ISO 21001? Este artículo explora esta problemática y plantea dos propuestas metodológicas viables, adaptadas tanto al desarrollo infantil como a las exigencias del estándar internacional. 

Enfoque centrado en el estudiante y su aplicabilidad en la primera infancia 

La norma ISO 21001 promueve un enfoque educativo centrado en el estudiante y reconoce que toda organización educativa debe buscar atender sus necesidades y expectativas (ISO, 2018). Mientras que en niveles educativos superiores esta orientación puede implementarse mediante encuestas, entrevistas o evaluaciones directas, estas herramientas no son apropiadas para la educación inicial. 

Los niños pequeños perciben el mundo desde una perspectiva concreta y emocional, y no cuentan con los recursos cognitivos ni lingüísticos necesarios para participar en actividades evaluativas complejas (Berger, 2018). Además, su respuesta emocional puede estar fuertemente condicionada por el contexto inmediato o la influencia de los adultos presentes. Por ello, evaluar la satisfacción de los estudiantes en este nivel requiere enfoques indirectos y adaptados, capaces de captar señales de bienestar de forma coherente con su etapa de desarrollo y sin forzar interpretaciones desde un enfoque adulto. 

Dificultades metodológicas en la medición de la satisfacción en la primera infancia 

Evaluar la satisfacción en niños de etapa preescolar implica una serie de obstáculos, entre los que se destacan: 

  • Limitaciones verbales: Aunque los niños ya han adquirido habilidades básicas de lenguaje, su capacidad para describir estados internos complejos aún es limitada (Owens, 2012). 
  • Pensamiento concreto: Les resulta difícil comprender preguntas abstractas o formular juicios valorativos complejos, por ejemplo: ¿Qué cambiarías de tu escuela? 
  • Emociones variables: Sus estados emocionales fluctúan rápidamente y pueden verse afectados por factores externos como el sueño o la alimentación. 
  • Sesgo por presencia adulta: La tendencia a responder lo que creen que los adultos desean oír puede distorsionar los resultados (Dockett & Perry, 2007). 

Frente a estas limitaciones, resulta esencial diseñar herramientas de evaluación que sean respetuosas, accesibles y acordes con el mundo simbólico e imaginativo del niño. 

Propuesta 1: Observación estructurada con indicadores conductuales 

Una primera estrategia viable es la observación sistemática del comportamiento infantil como medio indirecto para inferir su grado de satisfacción en el entorno escolar. A continuación, se presentan los elementos clave de esta propuesta: 

  • Diseño de una rúbrica de observación que incluya los siguientes indicadores: 
    • Expresiones faciales positivas al llegar al establecimiento 
    • Participación espontánea en actividades 
    • Interacciones positivas con pares y adultos 
    • Permanencia voluntaria en los espacios escolares 
    • Ausencia de conductas de retraimiento o evitación 
  • Aplicación periódica durante momentos clave de la jornada: inicio, actividades dirigidas, recreo y cierre. 
  • Uso de escalas de valoración para registrar de manera sistemática la frecuencia e intensidad de las conductas observadas. 
  • Capacitación del equipo docente para observar sin prejuicios, registrar objetivamente y evitar interpretaciones subjetivas (Bronfenbrenner, 1979). 

Este enfoque permite obtener información observable y reduce el margen de error que implicaría pedir a un niño que verbalice su experiencia. 

Propuesta 2: Técnicas lúdicas y simbólicas de expresión emocional 

Una segunda alternativa es el uso de técnicas lúdicas que permiten al niño expresar su experiencia de manera simbólica, sin necesidad de recurrir al lenguaje verbal complejo. A continuación, se sugieren las siguientes estrategias: 

  • Entrevistas visuales con pictogramas: Se presentan rostros con distintas expresiones (alegría, tristeza, enojo y miedo) y se invita al niño a seleccionar el que mejor represente su experiencia en distintas situaciones escolares. 
  • Juego de roles con muñecos o títeres: A través de historias ficticias (“este muñeco fue al jardín hoy”), los niños pueden proyectar sus emociones y experiencias de forma indirecta. 
  • Tableros emocionales: Se utilizan para que el niño asocie emociones a momentos específicos de la rutina escolar mediante la colocación de tarjetas con caritas felices o tristes en secciones del tablero que representan distintas actividades. 
  • Registro y análisis cualitativo: Aunque estas técnicas generan información subjetiva, pueden analizarse mediante categorías predefinidas para identificar patrones de satisfacción individuales o grupales (Clark, 2005). 

Este tipo de actividades responde a la naturaleza expresiva del juego en la infancia y a su valor como medio legítimo de comunicación emocional y social. 

Conclusiones 

Adoptar un sistema de gestión educativa alineado con los requisitos de la norma ISO 21001 en el nivel preescolar exige asumir un compromiso real con la calidad y el bienestar infantil. Uno de los principales desafíos metodológicos es la medición de la satisfacción de los estudiantes más pequeños, quienes aún no poseen las habilidades necesarias para expresar sus percepciones de forma directa. Este artículo ha explorado dos vías complementarias para abordar este reto: 

  1. La observación estructurada que permite captar señales conductuales objetivas vinculadas al bienestar del niño. 
  2. Las técnicas lúdicas y simbólicas que abren un canal de expresión emocional adaptado a su etapa de desarrollo. 

Ambas estrategias requieren un trabajo riguroso, formación especializada del personal y compromiso institucional con una cultura de mejora continua. Más allá del cumplimiento normativo, escuchar la voz de los niños —aunque sea a través del juego o la observación— es un acto pedagógico y ético. Permite construir espacios educativos donde los niños no solo aprenden, sino que también se sienten acogidos, valorados y felices. En última instancia, incorporar su experiencia en los procesos de evaluación contribuye a una educación verdaderamente centrada en la persona, en sintonía con los principios de equidad, respeto y calidad que promueve la norma ISO 21001. 

Referencias 

Berger, K. S. (2018). The developing person through childhood and adolescence (11th ed.). Worth Publishers. 

Bronfenbrenner, U. (1979). The ecology of human development: Experiments by nature and design. Harvard University Press. 

Clark, A. (2005). Listening to and involving young children: A review of research and practice. Early Child Development and Care, 175(6), 489–505. https://doi.org/10.1080/03004430500131288 

Dockett, S., & Perry, B. (2007). Trusting children’s accounts in research. Journal of Early Childhood Research, 5(1), 47–63. https://doi.org/10.1177/1476718X07072152 

International Organization for Standardization. (2018). ISO 21001:2018. Educational organizations—Management systems for educational organizations—Requirements with guidance for use. https://www.iso.org/standard/66266.html 

Owens, R. E. (2012). Language development: An introduction (8th ed.). Pearson. 

Piaget, J. (1975). The child’s conception of the world. Rowman & Littlefield. 

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